julio 26, 2010

¿Será tan noble tratar de cambiar el mundo?

…Si al final, nos guste o no, nos ha satisfecho matar y mentir desde que somos seres humanos. No quiero sonar cínico o pesimista, pero es que llega un momento en el que hay que pensarlo. El mundo del Homo Sapiens funciona guiado por una constitución con el egoísmo, la violencia, el engaño y otros personajes viciosos como principales enmiendas. La maldad, teórica y empíricamente hablando, la inventamos nosotros mismos; los seres humanos. Mas aún, creo que podríamos empezar a preguntarnos ¿se podrá cambiar el mundo?

Si los perros hablaran, sería ridículo ir a protestar y tirarles de la cola aduciendo que la comunidad perruna debe cambiar, que están perdidos, que deben detenerse y dejar de mear levantando una pata. Sería ridículo porque eso es lo que son los perros, así actúan, así funcionan.

foto: Paul Keller
¿Acaso con los más de 100.000 años de historia del hombre (desde que nace el Homo Sapiens Sapiens, más o menos) no podemos reconocer que somos justamente tal y como hemos estado actuado? Me parece algo fundamental el reconocer que somos nosotros los creadores de lo que mas satanizamos.

Toda lucha contra los tiranos, los opresores, los ambiciosos, los mentirosos, los aprovechadores, etc.; parte de la base de que ellos no deberían existir, que son una perversión, que no son naturales, que no son humanos… ¿No es eso acaso como decirle al perro que deje de mover la cola, ladrar o mear levantando una pata?

No estoy diciendo que no hagamos nada, que bajemos los brazos y dejemos que nos defequen sobre la cabeza. Pero una cosa es hacer algo, y otra es hacer algo inservible. Se parecen, pero tienen un abismo de distancia. Hacer algo ayuda, pero hacer algo inservible incluso estorba.

No creo tener una solución para hacer algo por el mundo. Y tal vez no exista ninguna, porque no tiene por qué existir solución para una raza. Probablemente es el precio de ser humano y no animal. Esta habilidad de la razón, que nos pone en la cima de la evolución, implica estar biológicamente obligados a usarla. Y hay que ser tonto para no usar la mentira, el engaño, la manipulación y la violencia; sabiendo que en muchas ocasiones son realmente ventajosas.

Diego Molina

julio 16, 2010

Las mujeres tienen algo

Las mujeres tienen algo, algo que simplemente el hombre nunca tendrá. Algo que va más allá de la mera belleza física, del simple hecho de ser atractiva, o de tener una actitud seductora. Que no es simplemente la feminidad, pero si se alimenta de ella y se esconde tras ella. Que no necesita trabajarse, sino que crece solo, si se le deja ser. Que se manifiesta de manera espontánea, en la forma de mirar, de moverse, de sonreír al regalarte un “hola”, de ponerte atención, en situaciones tan triviales como cuando se lavan las manos, o leen un libro, o preparan una comida, o te preguntan algo. Es algo que, de manera bastante cursi, me gusta llamar ‘magia’.

Recuerdo una ocasión en que viajaba en metro, línea 4, en el trayecto que va por la superficie. Estaba frío, pues había llovido el día anterior, pero el sol brillaba, así que se podía ver la belleza de la cordillera, y mientras imaginaba como habría sido de hermoso el valle de Santiago, antes llegar la llamada ‘civilización’, sube ella, ‘la niña de morado’, así la llamo ahora. Una vez, un amigo me dijo, ‘no me gustan las mujeres a la moda, me gustan las mujeres con estilo’, y ella era una. Vestía una parka lila, guantes morados, bufanda del mismo color, aros, sombra, y labial rosa. Sacó su pendrive para oír un poco de música, y adivinen el color de este, rosado también. Si hasta su aroma me recordó a una mezcla entre frambuesas y moras. Se veía encantadora, y probablemente no sabía cuanto, quizás salió de su casa pensando “voy bonita”, con esa picara y juguetona vanidad de las mujeres, y aún así, sin mucho esfuerzo, irradiaba esa ‘magia’ que esconde la feminidad. Entonces pensé que el mundo debería  estar plagado de mujeres como ella.

En otra ocasión, saliendo del trabajo, y como regularmente sucede en ‘la esquina del blues’, junto al quiosco, alguien toca un poco de música. Esta vez, dos mujeres. La primera, tocaba la guitarra, la segunda, cantaba. ¿Por qué esta ‘magia’ parece funcionar más en los días fríos?, no lo sé. La cantante vestía zapatillas, jeans, y solo un polerón con capucha, que llevaba puesta, para abrigarse. La verdad es que pareciera que tocaban para sí, solo por el placer de la música. Poco les importaba si la gente se detenía a escucharlas, o si yo era el único que ‘perdía’ el tiempo en ponerles atención. Conversaban entre ellas, y se reían de algún acorde malogrado, o de si la voz no alcanzaba a uno que otro tono esquivo. Las escuchaba pasear por varios temas, que para mi suerte, coincidían con mi repertorio de temas favoritos. Y me pareció en un momento que ya no había nada más, que los autos eran mudos, que las micros no gritaban, el frió se había ido, y la gente parecía caminar sobre nada. Habían logrado borrar la vorágine del mundo que las rodeaba, el caótico sonido de una ciudad desesperada por ‘irse a guardar’, e intentar descansar un poco, solo para volverse a esclavizar durante la próxima jornada. Esa guitarra, esa voz, esas dos presencias habían logrado el silencio, como si posaran suavemente sus índices en los labios de toda esa maquinaria insensible. Y la gente solo pasaba y pasaba.

Creo que todas las mujeres nacen con esta ‘magia’, algunas la ‘dejan ser’ y entonces crece, otras, tristes victimas de las circunstancias de su propia vida, sufren poco a poco el ahogo de esta. Y también las hay, más desdichadas aún, que la apagan voluntariamente, intentando hacerse deseables al hombre ofreciéndose solo como un apetecible pedazo de carne, otras sumidas en sus absurdos intentos de imitar al hombre, ya sea por encajar en el ambiente donde quien más amedrenta es más respetado, o por la búsqueda de la malentendida ‘igualdad’ con el género masculino. Pero en fin, siento que todas las mujeres la poseen, en mayor o menor medida, de una u otra forma, y me gusta ir por la vida, buscándola silenciosamente, en aquellas a quienes conozco, o en las que me encuentro en el camino.
Israel Molina 
Imagen por expressive87

julio 14, 2010

El Derecho a rascarse el Poto

Con mis dos hermanos, Roger e Israel, hemos formulado hace unos años una teoría (entre muchas otras teorías inútiles) que sostiene que la calidad de una relación amistosa puede medirse por la capacidad de soportar cochinadas dentro de ésta. Para ejemplificar esta idea, podemos observar que sólo un buen amigo otorgará con cordialidad y sin arrepentimientos, el permiso que solicites para tirarte un peo en su compañía; por muy hediondo que pueda salirte. Lo mismo ocurre con muchos otros tipos de flatulencias y gases, especialmente a la hora de compartir una comida. Hay que hacer la salvedad, sin embargo, de que esta teoría aplica más específicamente al género masculino que al femenino.

Lo cierto es que muchas normas de educación, protocolo y etiqueta, son al final meras formas de ocultar o reprimir las ganas naturales y sanas de sacarnos los mocos, rascarnos el poto y las bolas, soltarnos eructos y un largo etcétera. Nos desnudamos sólo frente a quienes nos conocen muy bien, nos sacamos los mocos con infinito placer sólo durante la soledad y algunos prefieren aguantar el picor, antes que rascarse cualquier presa frente al señor Fulano de Tal; que también se rasca, se eructa y amasa sus mocos antes de lanzarlos por la ventana, como todo mortal sobre la tierra.

Creo que por culpa de esos tediosos y caducos códigos de etiqueta que tanto defienden algunos viejos moralistas y mujeres de conducta virginal inmaculada, el creciente aborrecimiento de las normas sociales ha podido echar raíces cada vez más profundas.

No me molesta que le pongamos reglas al juego, de alguna forma hay que convivir, pero no seamos hipócritas. Todos tenemos derecho a rascarnos el poto.

Diego Molina

julio 05, 2010

Consejos para conquistar el mundo

Dijo Napoleón Bonaparte: “El poder, radica en la apariencia del poder”.

- Mófate de los demás, y que los demás lo noten. La idea es mostrarte mejor que ellos, no importa si no lo eres, lo importante es aparentarlo. Busca a quienes son más débiles, pues no se defienden, y si intentan hacerlo, vuelve a mofarte de ellos, esto los desanima y a ti te da más puntos.

- Si no puedes mofarte de alguien, habla mal de él. No caigas en lo vulgar ni en lo obvio, así sólo lograrás quedar mal tú. No tiene que ser algo muy relevante, quizás solo un detalle, con eso bastará. Piensa que esas semillas, quedan ahí, y algún día darán sus frutos.

- Si alguien cree algo equivocado, apruébalo, es más importante hacer sentir bien a los demás, que hacerles bien intentando demostrarles que están en un error.

- Cuando te enfrentes a alguien, intimida, amedrenta, muéstrate más poderoso, habla siempre más fuerte, ataca a la persona no lo que dice, no importa si el que está equivocado eres tú, de hecho, es estrictamente necesario en estos casos, ya que tu error no puede ser descubierto. Ni se te ocurra pensar que reconocer tu error te ayudará, con eso sólo les dirás a los demás “soy un idiota, y estoy acostumbrado a serlo, perdón por eso”.

- Habla como intelectual, pero para el pueblo. Siempre habla de los temas que los demás quieren oír, no importa si estos no son para nada importantes. Como tú lo hables le dará la importancia, así que hables de lo que hables, que quien te escucha, sienta que no es sólo un tema común, sino una ciencia, un arte, que hay que investigarlo, y que tú ya lo has hecho.

- La sobriedad es para los viejos, viste como lo haría alguien de la tv, ellos no visten así por gusto, visten así por que así es como hay que vestir si no quieres pasar desapercibido. Los publicistas no estudiaron años para mentirte, no sería profesional.

- Siempre es importante ser un poco irresponsable, esa idea de que eres tú quien controla tu vida, y no otros, siempre causa admiración, pues te pone sobre los demás, ya que todos vivimos siendo responsables de nuestros actos, pero tú no, estás sobre eso, nadie te dice lo que tienes que hacer.

Critica siempre las grandes instituciones, como los grandes comerciantes y su sistema, hazlo con confianza, ya que como nunca tendrás la oportunidad de encararlos, es mucho más fácil. No importa que termines comprando todo lo que te vendan, y que forjes tu vida con las metas que ellos mismos te han vendido, nadie notará tu inconsecuencia.

Si sigues, aunque sea uno solo de estos puntos, estarás en buen camino.

Israel Molina