agosto 24, 2010

Urbanidades I - Utilice los asientos impares

A la mayoría de las personas les incomoda que mientras están sentadas en un lugar público llegue otra persona a sentárseles justo a un lado, habiendo un montón de otros asientos disponibles. Esta es una situación muy común en lugares como el andén del metro, por ejemplo. En esos casos, la mayoría de nosotros cree poder solucionar el panorama sentándose unos cuantos asientos más lejos de la otra persona, o derechamente al extremo más lejano de la serie de asientos. Pero si nos detenemos a pensar en los demás ciudadanos que muy probablemente aparezcan después, deseosos de reconfortar sus nalgas en los cómodos asientos, podremos observar que hay una gran responsabilidad a la hora de escoger donde apostamos el poto.

Es nuestro deber velar por que sean cada vez menos los ciudadanos que se vean forzados a incomodarse e incomodar a los demás sentándose justo a un lado, unos de otros. No en vano han pasado miles de años en avances tecnológicos y científicos,  que hoy en día nos alivian de tener que estar hablando cara a cara con un montón de indeseables.
¿Cómo ayudar? mi único y gran consejo es "utilice los asientos impares".

Según he podido contabilizar en mis viajes, los asientos de los andenes se constituyen de series de 9, de 6, 4 y 3 asientos. En ocasiones encuentro algunas series de 12, pero en realidad no son más que dos series de 6 seguidas (qué decepción). Todas estas series, a su vez, están compuestas de unidades de 3 asientos que deben venir así de fábrica (seguramente no es rentable hacer uno o dos asientos, pudiendo hacer tres de una), a excepción de las series de 4, que son una frecuente rareza compuesta de una sola unidad de cuatro asientos.

Dado que las series de asientos son en su mayoría de múltiplos de 3 (9, 6 y 3 asientos); al utilizar primero los asientos impares en lugar de los asientos pares, se consigue una mayor cantidad de personas sentadas y separadas por un asiento. Tal como se muestra en el siguiente diagrama:

El sistema de asientos impares permite un crecimiento significativo de personas sentadas cómodamente.

Si cuando va a sentarse ya hay una persona sentada en un asiento par, no se preocupe. Sacrifique su puesto de distancia, usando el asiento impar contiguo al asiento par de la primera persona, por el lado en que más asientos queden; de manera de corregir la secuencia perjudicial.

Puede seguir estos consejos, o bien, sentarse donde se le antoje y mandar al carajo a quien le moleste. No va a quedar embarazado(a) por sentarse al lado de un espécimen fértil, no va a engordar por sentarse junto a un obeso sudoroso, ni va a volverse maricón por sentarse junto a un señor de rosado y lentes con forma de estrella. No sea pelotudo.

Diego Molina

agosto 08, 2010

¿Es el invierno el culpable?

En verano y primavera, época de vacaciones, paseos, salidas, etc., las parejas florecen, hombres y mujeres se encuentran, toman algo, bailan, tiran (usualmente en ese orden), y en algunos casos, se aparejan (pololean, andan, se juntan para solo darse, o lo que sea). Hasta ahí, todo lindo, sin mayores problemas, cualquier roce lo resuelve un abrazo o un beso, según sea la gravedad de la falta.

En invierno, la situación es distinta, algunas parejas se disuelven, otras, empiezan con los problemas. Es en esta época, cuando empezamos a oír de parejas que no se llevan, que una de las partes, al mas mínimo problema, se manda a cambiar, o donde un amigo(a), o a casa de un familiar (de preferencia los padres). Se empieza a escuchar de ese(a) pololo(a), frío(a) y distante, que en un principio no era así, eran tan caballero, o ella tan cariñosa, pero ahora hace sentir engañado(a). O lisa y llanamente, se escucha del rompimiento, de que se acabó, de que ya no daba para más. Es en esta época, cuando empezamos a oír de esos sentimientos de soledad, que empiezan a atormentar, a pesar de tener a alguien al lado, sentimientos de incomprensión, de falta de reciprocidad.

foto: Annie in Beziers
¿Qué es lo que tiene esta época que enfría las relaciones?, ¿no debería ser el caso, que dado lo frió del ambiente, lo sombrío de los días, o la aparente tristeza de la temporada, que los sentimientos románticos nacidos en la época estival, sirviesen de refugio perfecto para toda esta antagónica situación?. Lo lógico sería que así fuese, pero en los fríos días de invierno, este, en cierto modo, obliga a refugiarse en casa, a pasar más tiempo encerrado con aquella persona que ‘conociste’ y que ahora es tu pareja. Eso es lo que mina la relación, ahora pasas mas tiempo con esa persona, y recién empiezas a conocerla, y ella a ti. Es ahora cuando es más real la posibilidad de que te enfrentes directamente a la otra persona, ya no se pueden usar los paseitos para evadir los conflictos, ya no se puede ablandar a la pareja sacándola a bailar, o a comer, ya no se puede caer en la jugarreta de enojarse y largarse a casa, y luego volver a los diez minutos a pedir disculpas. Es en esta época cuando es mas difícil huir de sus gustos, sus absurdas mañas, sus conflictos sin sentido, sus melodramas, sus modos, sus limitadas aspiraciones, sus miedos tontos, sus caprichos, de todo eso que conforma a esa otra persona, y que generalmente dista mucho de lo que una vez, cuando la ‘conociste’, en ese pub, en esa plaza, esa disco, o esa playa, imaginaste era.

El invierno es frío, a veces crudo, y no teme ponernos frente a frente, el uno al otro, por la mayor parte de tiempo que pueda, mientras dure su ciclo. Entonces, ¿es él el culpable?, ¿de demostrar quien eres?, ¿de recordarte que solo has vivido huyendo de ti mismo, y engañando a los demás?, ¿de demostrar lo que en verdad es esa relación?, si, quizás el invierno es el culpable. Pero alguien debe hacer el trabajo sucio.

Israel Molina